"No existe tal Dios, agente Jones. Algunos creen que este Virus es una Entidad que te transforma en lo que más odias o temes. Pero es algo mucho peor. Algo que vino de las estrellas y fue a parar a nuestro planeta, para matarnos a todos. Si Dios no puede evitar que una de sus creaciones se muera... entonces Dios nos abandonó".
-Madeleine Mordatale
"¿Has escuchado de las Piedras Quantum? Puede que esa sea la fuente de energía que tanto buscas. Sí, el Multiverso es muy grande. Todos los acontecimientos del mundo, y todas las realidades convergen, para llegar justo a este momento. Sin embargo, en una de esas realidades, las cosas pudieron haber resultado diferentes".
-The Sech
Soy Edgar Jim, guardián del faro de la costa oeste de la ciudad de los dioses. A través de la ventana de cristal veía las embarcaciones que pasaban de ida y vuelta, junto a la popular Nave Blanca que de vez en cuando aparecía en los siete mares. El país de los extraños, como su nombre lo decía, era conocida por ser la nación del caos y la desarmonía, a causa de los efectos bizarros de sus acontecimientos históricos nunca antes vistos por la humanidad.
Pero ese día sucedió algo más extraño. Estaba mirando las estrellas, y de ellas descendió una luz cegadora, seguida de la revelación de un ser humanoide. Salí de mi habitación, y la pude ver perfectamente.
Me sorprendió su aspecto: Era una mujer joven de cabello azul marino, pero muy oscuro. Llevaba puesto un sombrero enorme de color blanco, unos ojos púrpura, una camiseta azul con un montón de perlas y un pantalón deportivo negro. Pensé que era una sirena, pero luego comprendí lo estúpido de mi pensamiento. Y entonces, como si hubiera leído mi mente, me sonrió. Yo le devolví la sonrisa, e inicié un diálogo con ella:
―Eres un ángel o un demonio?― le pregunté.
―Yo soy un poco de ambos― me respondió picaramente, con un particular acento argentino.
―¿Qué viniste a hacer en este mundo?
―Oh, amor mío, este mundo necesita salvarse de la destrucción y la corrupción eterna.
―Estoy cansado de este mundo, y de su gente ― respondí mientras bajaba la mirada ―. Estoy cansado de formar parte de la red de sus vidas. Muchos afirman que trabajan para construir un paraíso, pero está poblado de horrores.
Entonces ella descendió aún más, se acercó a mí, me tomó cariñosamente de la mejilla, y mientras me miraba a los ojos, expresó unas consoladoras palabras:
―Ay, mi cielo, precisamente por eso es que el mundo necesita ser salvado. No hay nada más placentero, que luchar por la vida misma. Y cuando sepas que la vida puede ser creada de la nada misma, trascenderás a la raza humana, y te convertirás en el dios que alguna vez fuiste. ¡Edgar, ven conmigo, vuelve a mi época! ¡Deja de estar atrapado en tus sueños! ¡Te necesitamos en el mundo real! ¡La victoria nos aguarda! ¡Eres la esperanza de un futuro mejor!
―Dime tu nombre, por favor.
―Mordecia.
―¡Sácame de aquí, Mordecia, te lo ruego! ¡Y llévame a tu mundo, donde el orden es inexistente, y el caos cada vez más se apodera de nosotros!
Mordecia se dio la vuelta y con un gesto de sus manos levantó los mares que la enfrentaban, para finalmente tomarme de la mano, mientras se creaba un torbellino que procedió a transformarse en un portal interdimensional, el cual atravesamos corriendo como si fuéramos dos jóvenes enamorados.
Representación de la apariencia de Mordecia
En otro lugar, en otro tiempo, se veía un palacio de cristal construido por el poder de la magia. Un siervo de los dioses se acercaba al trono, y se arrodilló ante la diosa oculta entre las sombras creadas por el caos, donde se asomaban unos brillantes ojos amarillos.
―Grandiosa Jaller, su majestad. Hemos encontrado su ubicación, pero tal parece que tiene compañía ¿Qué sugiere que hagamos?
―Síganla a donde sea que vaya, pero no la enfrenten aún. Tengo el extraño presentimiento de que el sujeto que la acompaña es muy poderoso para ustedes, y se convertirá en mi enemigo. No sabemos qué es lo que nos espera de ahora en adelante.
Representación de una batalla entre Edgar Jim y Jaller, utilizando como referencia a los personajes de Son Goku (Dragon Ball) y Jibril (No Game No Life).