viernes, 28 de junio de 2024

Los Crímenes de Jaller - Capítulo 2: Felina

 







9


Es el número de la suerte adjudicado a cualquier persona que está fuera de lo común; Desde hace tiempo que dejé de ser una mortal, porque me convertí en algo que nunca pensé que sería: Una Conejita Blanca humanoide paseándose por las calles de Curtisland City. Están más llenas por el día que por la noche, a pesar de la violenta lluvia. Oculto en el caos, está el elemento, que espera a atacar como una cobra. Eso último parece algo sacado de una película de acción de superhéroes con dotes detectivescos, ¿verdad? Pero dejaré a un lado las bromas de caricatura y empezaré a concentrarme. Es una ciudad muy grande como para estar en todas partes. ¡Ah, lo estoy haciendo de nuevo! Pero en fin, por eso es que he implementado varios artefactos que me sirven para monitorear todo lo que suceda. Es algo bastante simple: Elijo mis objetivos con mucho cuidado. No hay una señal para cuando me necesitan. No existe, y jamás la habrá. Es peligroso decirle a mis enemigos dónde estoy, y ese aspecto temerario prefiero dejárselo a mi compañero Murciélago. Sin embargo, cuando mis enemigos me ven llegar, resulta en una gran advertencia... para ellos. Y para mí. Me recuerda lo que realmente estoy haciendo dentro del espacio y el tiempo. He tenido que reunir el valor para hacer esto. Lo he evitado durante un par de años. Ahora, tengo que enfrentarme a mi peor enemigo, para conseguir respuestas sobre algo que está sucediendo en este momento.



Se llamaba el Zoológico de Arkham, una prisión de máxima seguridad para personas con capacidades especiales denominadas como los LECEE, aquellos individuos que adoptaron rasgos animales a partir del ADN de estos. En una sala de contención que también servía para los interrogatorios, había salido un ratón de un pequeño túnel, el cual era blanco y con un rostro muy peculiar, que poseía rasgos humanoides. Era como ver a Remy de Ratatouille o a Stuart Little en persona... o al menos en lo que entraría en el contexto de ver en persona a alguien. El roedor iba en busca de comida, pero olió algo más: La presencia de su enemigo natural muy cerca de él. Quiso salir huyendo lo más pronto posible, pero algo logró atraparlo y encerrarlo en sus manos. Lo levantaron del suelo y después lo sostuvieron de su cola, solo para sentir algo cercano a la desesperación, soltando un chillido suplicante para que lo salvaran. Vio unos enormes y penetrantes ojos rojos, una cabellera blanca y unas orejas que sobresalían de la misma, además de unos colmillos asemejados a los de un león.



―La vida, no es justa, ¿verdad?― dijo una voz femenina en tono triste hacia el ratón―. Verás, yo... nunca saldré de aquí.

El diminuto ser intentó escaparse de sus manos, pero ella lo sostenía con mucha fuerza.

―Y tú... nunca verás la luz de otro día― agrega para después emitir una carcajada―. ¡Adiós!

― ¿Nunca te han dicho que lo que estás haciendo es asqueroso?― preguntó uno de los guardias, quien interrumpió a Schramer cuando estuvo a punto de comerse al roedor.

― ¡Ah, tranquilízate, no iba a hacerlo! Solo estoy jugando con mis instintos, ¿verdad amiguito? ― replicó mientras se dirigía al ratón en tono de cariño, como si estuviera hablando con un perro―. En fin, ¿por qué estoy aquí exactamente?.

―Ya te lo dijimos, alguien quiere verte.

―Supongo que si pregunto quién es, no me lo dirán. La curiosidad mató al gato.

―Pues tú mataste a muchas personas. Tienes suerte de que en este país no se ha legalizado la pena de muerte.

―Una verdadera muestra de nuestro atraso cultural, en mi opinión. Y suerte es lo que en realidad me sobra ¡Todavía me quedan 7 vidas!

― ¡Oye, Gleen, prepárate para esposar a Gatúbela, nuestra invitada ya viene! ― avisó otro guardia.

― ¡De acuerdo!

― ¿Esto es necesario? Quiero decir, aunque me esfuerce no creo que pueda escapar de aquí. A menos que tú quieras ayudarme, Chefsito― expresa mirando a Gleen y al ratón al mismo tiempo.

― ¿Le pones nombres a tus presas?

―Solo cuando me agradan lo suficiente― respondió, al mismo tiempo en que de repente sonó una alarma en la habitación.

― ¿Oyes eso? Es nuestra música. Espero que tú también estés preparada, mujercita.

― ¡No vuelvas a llamarme mujercita, o te mataré con mis propias manos! ― amenazó mientras miraba hacia el vidrio antibalas que reflejaba hacia afuera de la sala.

―Uhhh, lo siento, "Schramer"― contesta en un tono burlón―. Ojalá que no pierdas lo que te queda de cordura después de esta visita.



Cuando la alarma volvió a sonar y se cerraron las celdas, Sofía sintió una presencia que puso en alerta todos sus sentidos y tensó su cuerpo. Levantó sus orejas, sacó sus garras, sus ojos se volvieron en un intenso amarillo y se agazapó mientras seguía mirando el vidrio. Soltó al roedor sin darse cuenta, un hecho que este aprovechó para escapar y volver sano y salvo a las tuberías, pues su depredadora ya no sentía interés en él. Gleen no estaba cerca para contenerla (o por lo menos para tratar de hacerlo), pero eso no era necesario debido a que la sala de contención estaba recubierta con 300 cm de envergadura de Jedatium, un material casi indestructible. Oía cómo los pasos de alguien se acercaban cada vez más al espejo anti-balas, quien le revolvía el estómago con tan solo pensar en ella. Prontamente se revelaron unas enormes orejas de conejo blanco, acompañadas de un negro grisáceo y unos ojos azules que veían hacia el interior de la celda como si estuviera buscando un pedazo de carne. Schramer hizo sonar las cadenas que esposaban sus manos y sus pies al acercarse al vidrio, y ver a Bunny Girl después de mucho tiempo. En verdad que era una total sorpresa para ambas. Silvia levantó lo que parecía ser un documento, lo dejó en el buzón que estaba a su lado y lo cerró para que Sofía pudiera verlo.














―Veo que traes algo interesante. Un regalo de aniversario, ¿tal vez? ― preguntó Schramer.

―Apareció un nuevo asesino en serie.

―Bueno, si me hubieras dejado hacer mi trabajo, es muy posible que eso no estuviera pasando― replicó en un tono que oscilaba entre lo burlón y lo discriminatorio.

―La Teoría de la Probabilidad es relativa a la Teoría del Caos. No importa cuántas veces quieras cambiar el pasado o el futuro, siempre vuelves a lo mismo― argumenta en un tono frío y nostálgico―. Como sea, quiero tu opinión.

― ¿Por qué no se la pides a tu esposo? ― volvió a preguntar; su tono de voz y su forma de expresarse daba a entrever algo de celos, dando seguimiento a otra frase mientras se reía―. Es curioso, siempre me he preguntado quién de ustedes es Sherlock y quién es Watson.

―Es complicado. Pensé que tenías interés por lo complicado― responde de forma coqueta y juguetona.

― ¿Crees que soy tan barata como los otros LECEE que están aquí? Un trozo de papel no es suficiente para saldar cuentas contigo ¡Ya conoces el trato! Tú me das una parte de ti y yo te daré lo que quieres, ¿te quedó claro?― mientras hablaba, Bunny Girl se mantenía pensativa y con una mirada fría.

―... De acuerdo. Pero será mientras tú me das lo que yo quiero― su respuesta hizo que Schramer soltara una carcajada.

― ¡No has cambiado! Sigues sabiendo cómo jugar. Pero tu emoción no te durará para siempre. ¿Trajiste fotos?.

―Son de los asesinatos más recientes.

― ¿Crees que estas cosas me hacen reír? ― preguntó fingiendo estar ofendida.

― ¿No es así? ― la primera pregunta de Bunny Girl en la conversación, hizo que Schramer dedujera que quería meterse en su cabeza, pero no le iba a dar ese gusto. Ambas se sentaron en los sillones preparados para cada una, y Sofía volvió a carcajearse mientras pasaba las páginas del documento.

― ¡Vaya! ¡Cuánta violencia! Tiene un gusto por lo teatral, eso es seguro. Es todo un artista. Y es... ridículamente minucioso. Como si lo hubiera planeado toda su vida― expresó tocando las fotos de manera delicada y cariñosa con sus garras, como solo una mujer puede hacerlo. Levantó la cabeza para mirar a Bunny Girl―. ¡Ya sé quién es!

― ¿Quién? ¿Quién es?

―Primero lo primero: ¿Tienen indicios de si es hombre o mujer?

―Se ha mostrado ante el público de cierta forma, y por su tipo de letra concluimos que es mujer.

―Entonces... es una don nadie, que quiere ser alguien, quizás de muy buena posición económica. Como la de un alcalde, un político, o tal vez.. la de una reina sin corona.

― ¿Crees que su motivación es política? ― inquiere con cierta ansiedad.

―Oh, no, no, no, no. Esto es muy, muy personal. Como si todas estas personas la hubieran lastimado de alguna manera. Busca una remuneración. Recuperar algo que le han robado con dinero, o con bienes y servicios.

―También se roba una parte del cuerpo de sus víctimas para tenerlas como trofeo. Intuimos que es una caníbal.

― ¡Ah, no te hagas la tonta conmigo! Por supuesto que sabes que es una caníbal, mira esas marcas, por el amor de Dios ¡Solamente un depredador puede hacer tal cosa!

― ¿Por qué me escribe a mí?

 ―No lo sé. Tal vez es tu admiradora. Tal vez te tenga rencor. O tal vez eres su platillo principal― esto último dejó más pensativa a Bunny Girl―. ¿Ya dedujiste quién podría ser?

―Aún no.

― ¿En serio? Normalmente lo sabrías de inmediato. Siempre aparentas ser alguien ignorante, Silvia, pero sabes mucho más de lo que uno pensaría. Es obvio que estás ocultándome algo, y no me dirás qué es. Pero no importa, lo averiguaré. Siempre lo hago. Aunque hay algo más... esto te perturba, ¿no es cierto?

―Volvamos a ella.

― ¿Por qué? ¡Tú eres mucho más divertida!

―Solo quiero saber cómo piensa.

―Tú sabes cómo realmente piensa ¿Ya viste estas fotos?― contesta, para acto seguido abrir el buzón de forma tosca, devolviéndole los papeles a Bunny Girl―. Ustedes dos tienen mucho en común. Vengadoras de hierro, que creen ser la justicia personificada. Solo que ella es mucho más justa que tú. Oh, ¡no me digas! ¿Tienes miedo de que otra persona te haga ver suave de nuevo? ¿Tienes miedo de que Curtisland reemplace a su conejita bonita por una vulgar asesina?

―Haces que pierda mi tiempo― manifiesta viendo cómo Sofía se carcajeaba por lo que había dicho, y se dio la vuelta para salir de la sala.

―Está bien, relájate, ¿quieres? ― al terminar de reírse, empezó a decir algo más. El veneno Anti-LECEE que se esparcía de vez en cuando como esporas en el lugar, había hecho efecto en ambas, por lo que volvieron a su forma humana por un instante―. Vamos a hablar de esto, tranquilamente. Te diré lo que pienso en realidad. Yo creo que no te importan sus motivos, ya sea que te ame o te odie. Creo que tienes miedo de que en el fondo, ella tenga razón. Tú no solo piensas que sus víctimas se lo merecían, ¿verdad? ¡Tú piensas que se merecían todo lo que ella les hizo! Y ahora estás aterrada porque te está buscando a ti. ¿Qué harás? ¿Tomarás la salida de los cobardes? ¿Vas a volver a correr por tu vida, o vas a pelear?     

―Haré lo que sea necesario― contestó con un tono inexpresivo, el cual ocultaba su angustia.

―Uhhh, ¡eso me gusta! Si sales viva de esto, cuéntame lo que sucedió, cariño. Adoro tus visitas.



Sus propias palabras hicieron que Schramer se carcajeara por última vez, y la alarma de la sala hizo que se abrieran las celdas para que Bunny Girl pudiera salir. Silvia se reservó toda su respuesta ante la teoría de la Felina, pero pensaba que esta asesina en serie y caníbal se asemejaba más a una Mujer Lobo. La razón era sencilla: Un lobo no siente nada cuando se come a un ser de su propia especie.














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